Largometrajes como "Relatos salvajes", "8 apellidos vascos" o "Libertador" batieron récords de espectadores en sus naciones.
El público iberoamericano no ha dado la espalda a las producciones nacionales y durante el pasado 2014 varios largometrajes han obtenido grandes resultados en taquilla, e incluso tres de ellos han alcanzado cifras de espectadores históricas. 8 apellidos vascos en España, de Emilio Martínez Lázaro llegó a los 9.500.000 espectadores, Relatos salvajes, de Damián Szifron en Argentina superó los 3.400.000 espectadores y Libertador, de Alberto Arvelo, en Venezuela con 700.000 marcaron hitos en sus naciones.
Las comedias y los filmes que retratan determinados episodios históricos o aspectos muy arraigados en la cultura latinoamericana han sido los géneros y temáticas que han seducido a un mayor número de amantes del cine. A los ejemplos ya mencionados en el párrafo hay que sumar las parodias sobre la clase política O candidato honesto, de Roberto Santucci, que fue vista por más de dos millones de brasileños, y La dictadura perfecta, de Luis Estrada que atrajo a más de cuatro millones de mexicanos.
El humor también ha alcanzado a otros estamentos como a los encargados de mantener el orden en la chilena Fuerzas especiales, de José Miguel Zúñiga que superó los 300.000 o a las entidades bancarias en Vamos de robo, de Roberto Ángel Salcedo, éxito dominicano de taquilla en 2014. Otros subgéneros como la comedia romántica o la comedia adolescente han contribuido a estos excelentes resultados. Ciudad Delirio, de Chus Gutiérrez, con cerca de 300.000 espectadores en Colombia, y Ochentaisiete , de Daniel Andrade y Anahí Hoeneisen con 13.500 espectadores en Ecuador, confirman el buen estado esta categoría cinematográfica en Iberoamérica.
La carcajada termina con el último taquillazo del actor peruano Carlos Alcántara, que rebasó el millón de entradas vendidas. En A los 40, de Bruno Ascenzo, formaba parte de una promoción de estudiantes que se reencotraban al cabo de muchos años.
Cambiando de registro, dos producciones sobre episodios oscuros de la historia del continente americano lograron hacerse hueco en las carteleras. Invasión, de Abner Benaín, documental sobre la operación militar llevada a cabo por EEUU en Panamá en 1989, fue vista por 47.000 panameños. Por su parte, Olvidados, de Carlos Bolado, que aborda los estragos causados por la Operación Cóndor reunió a cerca de 20.000 bolivianos.
Producciones que se sumergen en la cultura autóctona de cada nación fueron bien recibidas en Honduras con Cuentos y leyendas de Honduras, de Javier Suazo Mejía y Rony Alvarenga, que fue visionada por más de 62.000 espectadores. O en Portugal, con la adaptación de la obra literaria de Eça de Queirós Os Maias, por parte de João Botelho que superó las 100.000 entradas vendidas. Otra expresión cultural que saltó a la gran pantalla fue la música con El canto de Bosawas, un documental de Brad Allgood que muestra el intento de un artista de grabar por primera vez la música de los indígenas Mayangnas.
2014 ha sido año de Mundial de fútbol y la filmografía iberoamericana se ha unido a la fiesta del balompié con el documental, Maracaná, de Sebastian Bednarik y Andrés Varela, contemplado por 22.500 uruguayos; y con Italia 90, de Miguel Gómez, largometraje que narra la participación de la selección de Costa Rica en dicho campeonato y que estuvo cerca de los 100.000.
Por último, dos ejemplos del buen cine de acción facturado en español. Luna de cigarras, de Jorge Bedoya atrajo a 26.000 paraguayos y El niño, de Daniel Monzón fue vista por más 2.700.000 espectadores en España. Ambas producciones con el telón de fondo del tráfico de drogas provocaron decenas de miles de descargas de adrenalina con escenas con un ritmo frenético.
¿Qué deparará 2015? El público iberoamericano está deseoso de más obras de calidad como las que disfrutaron el pasado año.